HOY, UN DÍA DE ESTOS
Al pasar un par de años, me enteré que había una vacante para un mejor puesto en una compañía importante, con un mucho mejor sueldo y prestaciones. Como es lógico yo rápidamente me movilicé e hice trámites para entrevistas y solicitudes y bueno, todo lo que uno hace por un trabajo. Afortunadamente fui seleccionada para el puesto y me hicieron un ofrecimiento formal. Cuando tuve la propuesta en firme decidí platicar con mi entonces jefe y el claramente me dijo que él no podía ofrecerme las mismas prestaciones pero que me ofrecía un aumento y facilidades para seguir estudiando con tal de que me quedará ahí. Así que me pasé una noche considerando los pros y contras, y ya poniendo las cosas en una balanza decidí rechazar aquella excelente propuesta del nuevo trabajo porque me convencí a mi misma de que me “convenía” quedarme donde estaba.
Pero para ser muy muy honesta lo que realmente pasó es que me dio miedo,
muchísimo miedo el cambio, me dio miedo el desafío que me implicaba un
nuevo trabajo: trasladarme a una zona que no conocía, a tener que
viajar, a entrar a una
empresa desconocida, a conocer gente nueva, bla bla bla…
M I E D O !!
Y es que viendo hacia atrás, todo lo bueno que esta empresa me ofrecía no era
más grande que mis miedos. En ese momento yo no imaginaba lo diferente que
es enfrentar esos mismos retos frente a un destino que en verdad anhelas.
Efectivamente me aumentaron el sueldo y hasta me dieron mi
propia oficina. Pero al paso de los
meses me llego una sensación de aburrimiento enorme, me sentía muy
estancada,
desmotivada y hasta deprimida; iba porque tenía que ir y porque era lo
que se
suponía que tenía que hacer; todo mundo esperaba eso de mí (al menos eso
era lo que yo percibía), que yo me viera muy formalita y arregladita
como abogada y sobre todo que fuera una abogada porque para eso había
estudiado.
Así que seguí en una rutina de todos los días, que poco a poco me fué
asfixiando; como mi horario de trabajo me dejaba la tarde libre pensé
intentar cosas nuevas: me metí a terminar de estudiar inglés, pensé en
irme a hacer un posgrado fuera de México (seguía empanicandome como no
imaginan la idea de
viajar) me metí a algunos cursos aquí y allá; y ya por ultimo me metí a
un
pequeñito gimnasio muy cerca de mi casa y me encantó el lugar. Ahí todo
mundo
me parecía que estaba de buenas y muy motivado, y yo quería eso,
necesitaba eso
en mi vida. Me gustó tanto ver los cambios en mí que yo en un par de
meses ya quería ser como las
maestras que ahí daban clases (ajaaaa ). Ahí mismo un par de meses
después iniciaron una
capacitación para poder ser instructora y por supuesto entre las porras
de mis
compañeras y mi enorme gusto por este rollo de las clases pues me metí y
en
menos de dos meses ya estaba dando mi primera clase. Claro que empecé
supliendo clases y las primeras que me invitaron a dar, ya como titular,
eran a las 6 de la mañana, (esas clases que nadie quiere) y me pagaban
una
nada. Pero yo estaba ENCANTADA! ¡Había encontrado una actividad que me
hacía
muy feliz!! Y no solo por los cambios que hizo en mi tanto físicos como
emocionales: dentro de mi yo comenzaba a ser distinta: me sentía más
segura,
motivada, de buen humor, con una sonrisa en cuanto llegaba a dar clases;
sentí que volvía a ser esa persona que yo era antes de estar tan
aburrida en mi otro trabajo.
Y comencé a ir a todos los cursos posibles, a dedicar todo mi tiempo
libre a
capacitarme, a ir a convenciones de "aerobics" (así se les llamaba antes
a todo lo que haciamos en clase, nada de cross fit, funcional o
pilates) y fitness, a pagar para ver a expositores
internacionales; me empecé a asomar a este mundo y decidí que yo quería
dedicarme a esto y ser como ellos: yo quería capacitar gente y ser
expositora
internacional de fitness (ni siquiera sabía como, pero yo queria hacer
eso); quería cambiarle la vida a gente como me había sucedido
a mí; quería colaborar en algo con la sociedad poniendo una sonrisa en
la gente
que venía a tomar clase conmigo. Así que tomé una de las decisiones más
importantes
de mi vida: renunciar a mi carrera de abogada y me dedicarme a lograr mi
sueño.
Y eso hice.
Pero antes de continuar, quiero preguntarles: recuerdan porque están
haciendo lo que hacen ahora? La mayoría vivimos haciendo lo que nos
dijeron
que debíamos hacer; lo que se supone que debemos hacer. Y según
encuestas de
empresas que se dedican a contratación de personal entre el 65 y 80% de
la
gente que trabaja no está feliz con lo que hace.
¿Alguna vez se han preguntado qué pasaría si todos o la
mayoría fuéramos personas apasionadas por lo que hacemos, arriesgándonos a
intentar caminos distintos? Como sería el mundo si ese 80% fuera de personas apasionadas
por lo que hacen, y con su ejemplo inspiraran a los demás comenzando por los
más cercanos: la familia, los amigos, la comunidad
¿Será que no sabemos cuál es nuestro sueño o nuestra pasión?
Hoy, después
de 17 años, continúo dando clases y tengo también la bendición y
fortuna de liderar mi propio proyecto de capacitación para instructores,
el cual tiene como misión el formar profesionales de acondicionamiento
físico responsables, profesionales y apasionados por su trabajo.
He tenido la fortuna de ser expositora de fitness en múltiples
convenciones de nivel nacional e internacional y presentar mi trabajo
ante cientos de personas; logré mi sueño aquel de estar en los mismos
escenarios que aquellos que fueron mi inspiración cuando comencé esta carrera.
Me desempeño también como coordinadora del Domo de Actividad Física del
ITESO, universidad de donde soy orgullosamente egresada; en este puesto
tengo la oportunidad de colaborar
con este maravilloso proyecto de Actividad Física y Salud Integral donde
colaboro con gente que comparte esta pasión y que busca promover la
salud a través del movimiento; generar estilos de vida más
saludables a nivel comunitario no solo en la universidad sino también
fuera de
ella.
Yo me declaro una convencida de los beneficios del ejercicio y la
actividad física y creo que:
·
Tocando a una persona, puedo llegar a sus familias
y comunidades y que con ello contribuyo con un granito de arena, a que México
sea más saludable. Que puedo inspirar a que hagan pequeños cambios en sus
estilos de vida para llegar a uno más activo y por ello más saludable.
·
Que en una capacitación puedo ayudar a personas
a tener un oficio para que puedan salir adelante, a colaborar para que sean
autosuficientes; a mejorar su autoestima y a convertirse en ejemplos para sus familias.
Los temores que tuve
cuando me ofrecieron aquel excelente empleo que rechacé no se fueron; pero me
atreví a afrontarlos porque mis sueños hoy son mucho más grandes que esos
miedos.
Hasta la próxima!
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